Preconceitos de género
Numa entrevista sobre o seu mais recente livro publicado em Espanha, Siri Hustvedt fala sobre o feminismo e a sua transversalidade.
No jornal El Mundo, a escritora norte-americana Siri Hustvedt dá uma entrevista a propósito do seu mais recente livro traduzido para espanhol, Madres, padres y demás. Apuntes sobre mi familia real y literaria (edição Seix Barral). O volume colige vários ensaios e artigos dispersos sobre a temática do feminismo, abordando a misoginia, a maternidade e as ideias que lhe estão associadas, o cânone literário e várias histórias de família. À jornalista Leticia Blanco, a autora falou sobre muitos destes assuntos, nomeadamente sobre a pergunta que em tempos era habitual colocarem-lhe sobre se os seus livros eram realmente escritos por si ou pelo seu marido, o também escritor Paul Auster: «Confieso que hasta hace poco para mi era difícil hablar de ello, por la hostilidad de las preguntas. Me ha pasado en todos los países, nadie se salva. He tenido que tragarme mucha condescendencia. Sucede casi siempre si el entrevistador es un hombre. Enseguida se dan cuenta de que no soy tonta y de que sé mucho, y como eso les enfada, entonces sacan a relucir el hecho de que mi marido es escritor, para golpearme. En cuanto lo entendí, ya fui capaz de hablar de ello. Y eso ha sido muy importante para mí porque me he dado cuenta de que sí es algo personal. Tratan de enfrentarnos de una manera en la que nosotros no nos enfrentamos en nuestra relación. Eso es la misoginia. Y, evidentemente, no tiene ninguna gracia.»
Cruzando a literatura com a sociedade e as memórias pessoais com as mudanças de carácter histórico, Siri Hustvedt explica como um conselho dado pela sua mãe a propósito da sexualidade acabou por servir-lhe de farol em todas as vertentes da vida: «El deseo de complacer es algo que las chicas de clase media tenemos especialmente interiorizado. Pero es un deseo falso que acaba haciéndonos daño a nosotras mismas. Porque si sigues así sin parar, adaptándote constantemente a lo que esperan de ti los demás, acaba por ser inhumano. La gente lo hace porque la vida parece más fácil así: si sonríes y asientes, la vida se suaviza. Mi madre entendió que si te acomodas en eso y vas demasiado lejos, acabas por no reconocerte en tus propios sentimientos. Complacer al otro sin fin siempre termina en resentimiento. Hay que saber qué quieres hacer y por qué.»