O que vem à rede Sara Figueiredo Costa 11 Junho 2024
Tuk-tuks estacionados na Praça Luís de Camões. © Horacio Villalobos (CORBIS/GETTY)

Lisboa para ver ao longe
Lisboa será uma nova Veneza, essa cidade que toda a gente quer visitar e onde já ninguém suporta estar? O El País publica um artigo que aponta nessa direcção.

No jornal espanhol El País,  a jornalista Tereixa Constenla assina um artigo sobre o impacto do turismo em Lisboa, focando-se nos últimos anos e cruzando especulação imobiliária, vistos gold, regulamentação do alojamento local e outros factores que ajudaram a transformar a cidade num destino amplamente procurado por turistas e, ao mesmo tempo, num local que se foi esvaziando de habitantes (pelo menos, os que não têm poder de compra para pagar as rendas milionárias que actualmente se praticam): «Y así, sin darse mucha cuenta, Lisboa ha entrado en el club de las ciudades carismáticas que ya solo hacen felices a los visitantes.»

O contexto é explicado convocando diferentes dados e escutando algumas pessoas: «En plena crisis del euro, mientras el país estaba intervenido, el Gobierno conservador aprobó una ley que permitió la actualización de los alquileres antiguos y propició múltiples desahucios. En paralelo, se incentivó la entrada de capital extranjero a través de políticas fiscales agresivas (los jubilados de otros países que se mudasen a Portugal no pagarían impuestos hasta 2020) y la creación de vistos gold (visados de oro), que proporcionaban residencia legal a no comunitarios a cambio de inversiones inmobiliarias. Los chinos se convirtieron en los propietarios más entusiastas de Lisboa. Todo ello tuvo algo bueno: el rostro de la ciudad se rehabilitó y embelleció. Y algo muy malo: una mudanza masiva de portugueses a la periferia. “Perdemos población en los últimos 11 años porque las personas fueron obligadas a salir no solo por la gran crisis económica, sino porque el Gobierno de derechas que había durante los años de la troika aplicó medidas que permitieron echar a la gente, y que además coincide con la entrada en escena de una actividad en apariencia inofensiva, los pisos turísticos, que resultó profundamente invasiva para las personas”, analiza Miguel Coelho, presidente de la Junta de Freguesía de Santa Maria Maior.»

Como diz Tânia Correia, moradora do Castelo e uma das pessoas escutadas nesta peça, «yo creo que incluso ha dejado de hacer felices a los turistas. Hay gente que vino hace años y, cuando ha regresado recientemente, descubre que no es lo mismo».

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